Parte importante de nuestro trabajo es analizar permanentemente el medioambiente en el que las personas se desenvuelven para potenciar su comunicación. La pandemia transformó radical y súbitamente la forma de trabajar y nos dejó en casa encerrados improvisando nuestro propio modelo de homeoffice. Ya de eso ha pasado más de un año y las personas, empresas y organizaciones, hemos procurado ordenar el formato y potenciar la comunicación interna como un facilitador de nuevos procesos y nuevas necesidades.
El trabajo y la comunicación digital llegaron para quedarse, como subraya Josh Bersin en su artículo, The Big Reset para Forbes, “se establecerán nuevas herramientas, reglas y normas, que estarán con nosotros durante décadas”.
Quienes trabajamos en comunicación interna, sabemos que además de reorganizar o reinventar plataformas y canales, debimos internalizar nuevas expectativas que trabajadoras y trabajadores tienen sobre los contenidos, en este nuevo escenario de crisis sanitaria. La información se volvió clave para una fuerza laboral remota y temerosa ante la pandemia, los cambios y ante su propia situación laboral.
Según un reciente estudio de la plataforma Staffbase, un 63% de los empleados quiere ser informado a diario y un 20% incluso quiere actualizaciones varias veces al día.
Pese a que en Chile el 84% de los trabajadores manifiesta que le gustaría volver a su lugar de trabajo apenas sea posible, por encima del promedio mundial (78%), de acuerdo al último informe Workmonitor de la consultora internacional Randstad, nuevas tendencias y desafíos surgen para la comunicación digital. En especial aquella que concierne a los procesos internos, a los equipos de trabajo, colaboradores y personas que conforman una organización.
Organizaciones y empresas deben hacerse cargo comunicacionalmente de ser más simples y transparentes para fomentar la confianza interna y conectar con empatía con las personas; reducir incertidumbres, en especial aquellas relacionadas con la prevención del coronavirus y la desinformación; escuchar a los trabajadores, atendiendo sus preocupaciones y necesidades ahora que les hemos “invadido” su espacio íntimo en el hogar; respetar y contribuir al equilibrio entre la vida personal y laboral; y, como desafío principal, poder reinventar la forma y fondo de los contenidos para reconectar y acompañar a las personas en su propia realidad diaria, sobresaturada de información digital.